NO DEBEMOS CONFUNDIR ADELGAZAR
CON ENFLAQUECER
Antes de comenzar con esta nota, quiero aclarar los siguientes términos:
Adelgazar: Afinar un cuerpo gordo disminuyendo el
grosor del panículo adiposo, o engrosar uno flaco, aumentando la masa muscular,
hasta obtener la imagen óptima que corresponde a la persona que se somete al
proceso de adelgazamiento.
Enflaquecer: Disminuir las medidas perimétricas óptimas a causa de una ingesta escasa durante un tiempo prolongado, o por un
excesivo consumo energético mientras se mantiene
una cuota alimentaria igual a la habitual./ Disminuir
las medidas excesivas a causa de perder tejido no graso.
A pesar de las notorias diferencias etimológicas,
todos transforman en sinónimos ambos términos, o peor, como ya dijimos, para la
mayoría flaco no es más que el superlativo de delgado. Veamos el por qué de esa
confusión idiomática.
Para casi todos, el comer no es más que un acto
divertido. Divertido tanto como lo es ir al cine o al teatro, dar un paseo, o
entretenerse con algún juego de salón, con la lectura o con la computadora. Y
como nadie se enferma por dejar de ir al cine, renunciar a la literatura o
dejar de hacer alguna de las otras cosas divertidas, en la conciencia general
se ha incorporado la idea de que dejar de comer o comer magramente no produce
más perjuicio que no concurrir nunca al teatro, o, por lo menos , no hacerlo
por un largo tiempo.
Todos creen, porque así se les ha enseñado, que la
comida no es más que pura energía. Que la boca de cada uno no es diferente a la
boca de un horno en la que cuanto más combustible se hecha más calor se
produce.
En realidad tan sólo un diez o un veinte por ciento de
lo que consumimos se transforma en energía (acepto que esos porcentajes pueden
ser discutidos), el resto, como vimos más arriba, es sustancia - que nos recuerda - que nos vamos “gastando” momento a momento), y es imprescindible
proveernos cotidianamente de una correcta cantidad de materia prima de calidadl para la
renovación o para la reparación, si algo se nos ha dañado.
Es seguro que nunca pensó que por su cuerpo circulan
alrededor de tres kilogramos de glóbulos rojos, que está usted rodeado por
entre dos y cinco kilos de piel (según el volumen corporal de cada uno, por
supuesto) y que en su interior funcionan varios kilos de vísceras.
Vísceras, piel, glóbulos rojos, blancos y plaquetas
tienen algo en común: deben ser renovados íntegramente más o menos cada cien
días.
Para que se entienda mejor digamos que exceptuando a
todos los músculos y a los tejidos nerviosos, todo lo demás, inclusive los
huesos, es renovado varias veces al año.
Aparte, a cada momento debemos fabricar hormonas,
enzimas, prostaglandinas, anticuerpos, jugos digestivos y un sinnúmero de
productos químicos imprescindibles para nuestra existencia (seguramente la
osteoporosis, tan universal en estas épocas, se haya agravado, casualmente,
porque las mujeres de estos tiempos comen cada vez menos y peor con el objeto
de impedir el engrosamiento de su figura que ocurre con el correr de los años,
cosa que es fisiológica e inevitable, y de la que, por supuesto, ya hablaremos
más adelante).
Es por todo eso que debemos comer buena comida
cotidianamente.
Y, obviamente, para reponer, reparar y fabricar lo que
la fisiología demanda, según hemos visto, hay que consumir un MINIMO INDISPENSABLE DIARIO (MID) de buen
alimento: carbohidrato, proteínas, grasas, vitaminas y minerales en los que
está incluida el agua.
Si se consume por cualquier motivo menos que el MID, o
si se requiere una cantidad mayor que la habitual durante un tiempo medianamente
prolongado y la cuota alimentaria cotidiana no se eleva, se está incorporando
menos que el MID, por lo que se somete al organismo a un legítimo estado de
CARENCIA ALIMENTARIA.
Como decíamos recién, para casi todos comer no es más
que un acto divertido, y el hambre, muy lejos de una necesidad fisiológica
básica, no es más que una pasión. Pasión que como casi todas las pasiones puede
reprimirse, controlarse, dominarse y hasta suprimirse con fuerza de voluntad. O
con algún medicamento salvador si es que la fuerza de voluntad no es
suficiente. Uno siempre encuentra un “médico solidario” en esas terribles
situaciones.
Pretendo demostrarle con esta nueva hipótesis que todo
esto no es más que otra falacia.
Los humanos podríamos vivir en total estado de salud
(me refiero estrictamente a lo nutricional) consumiendo siempre y solamente
carnes y vegetales crudos, tal como lo hacen los demás animales de la creación.
Pero inventamos el arte culinario, y lo inventamos tan sólo para no hacer
aburrido el acto obligatorio y fisiológico de ingerir los nutrientes
imprescindibles cotidianamente. Inventamos también las tisanas, los caldos y
los refrescos para quitarle la monotonía al acto fisiológico y obligatorio de
beber agua con frecuencia; los cerámicos decorados con los que revestimos las
paredes de nuestros baños para darles algo de diversión al aburrido acto,
necesario y fisiológico, de vaciar nuestros intestinos cuando haga falta; y las
sábanas de seda para hacer más agradable el imprescindible acto de ir a dormir,
y de perpetuar la especie, claro.
Desde que los gordos se hicieron tan numerosos como
para que la ciencia se ocupara de ellos, todo el planteo terapéutico se
basó en un razonamiento, en un
presupuesto, en una fórmula:
“Los gordos lo están porque
comen mucho.
Para adelgazar, entonces
deben comer poco.”
En base a esa observación, a ese
principio tan elemental, se establecieron actitudes “curativas” que aun hoy se
siguen usando con el mismo fervor,
entusiasmo y tozudez que hace más de un siglo.
Como si esas actitudes hubiesen llevado a todos los “padecientes de gordura” a un final feliz.
Sin embargo, como es de público conocimiento, en todas
estas décadas el problema no ha hecho más que agravarse: el porcentaje de
personas gordas que forman parte de cualquier grupo humano aumenta en forma
geométrica, y en la misma forma las nefastas consecuencias indeseables de las
terapias impuestas pretendiendo disminuir el porcentaje.
Quiero creer que en este momento en su mente ha
surgido una pregunta: ¿En donde está el error? Pues, la respuesta es muy
simple:
LOS GORDOS NO LO
ESTÁN PORQUE COMEN MUCHO
(Estoy hablando desde el estricto punto de vista
orgánico)
SINO PORQUE COMEN MAL
PARA QUE ADELGACEN NO HAY QUE OBLIGARLOS A COMER POCO, SINO ENSEÑARLES A COMER
BIEN.
(Aunque coman mucho... mientras coman bien)
La principal herramienta que se ideó sobre la base de
aquel equivocado planteo que reza que si uno está gordo es porque come mucho,
fue lo que conocemos como “dieta
hipocalórica”.
La filosofía del planteo hipocalórico es la que supone
que la gordura no es más que el patológico acaparamiento de los excesos de
calorías ingeridas. Para adelgazar,
entonces, se deben consumir menos de las que sesudos cálculos mediante, la
persona en cuestión necesita de acuerdo
a su sexo, edad y actividad. Las que falten serán compensadas con las
que, extraiga de sus tan odiados depósitos de grasa. El adelgazamiento ha de
ser, a todas vistas, la consecuencia lógica del proceso.
Pero todo vuelve a
estar mal.
Los animales, todos los animales (carnívoros o
herbívoros, estrictos o no), no vivimos combustionando calorías, sino hidratos
de carbono, más específicamente, glucosa. Aquel autor norteamericano tenía
razón al defender las hipótesis que se habían elaborado muchas décadas
antes.
Las tan promocionadas y oficiales dietas hipocalóricas en realidad SON DIETAS CARECIENTES.
El someterse durante, digamos, tres meses, que es el
tiempo aproximado de toda una renovación de nuestro organismo, a una dieta careciente (hipocalórica) significa
para nuestra economía (los médicos usan mucho esa palabra para referirse al
sistema de funcionamiento de los procesos corporales en los cuerpos orgánicos y
también al cuerpo como un todo organizado).Un legítimo ESTADO DE EMERGENCIA NUTRICIONAL. Por
falta crónica de una adecuada provisión de materia prima de calidad para restituir o renovar, sea para lo que sea, se hará plenamente como la fisiología lo
necesita.
Una dieta hipocalórica tradicional, en el mejor de los
casos, aporta al organismo no más de la mitad, pero en general muchísimo menos,
del MID, (mínimo de ingesta diaria) por lo cual luego de toda una renovación, nadie pretenderá conservar
sus imprescindibles tres kilos de glóbulos rojos.
Seguramente en este momento
recuerda a aquella amiga/o que por someterse a una “dieta estrictísima” se puso anémica/o; o quizá se
acuerde de su propia anemia, si pasó
o pasa por la misma.
Este es el momento de sacar algunas cuentas.
Si usted
se alimenta con menos del 50% del MID durante un tiempo prolongado, sólo
renovará, digamos, el 80% de sus glóbulos, otro tanto de su piel y de sus
vísceras. Decididamente las cuentas no dan: ¿cómo renovará el 80% si tan sólo
ha consumido el 50% de material de renovación?, ¿de donde sacó la diferencia?
Esta respuesta también es simple: la proteína que le ha faltado la sacó fundamentalmente
de sus músculos, querido lector. Son ellos los que ante la carencia prolongada
de material proteico de repuesto a que ha sido sometido con una prolongada
dieta de hambre, le “prestaron” lo
necesario como para renovar lo estrictamente indispensable procurando su
sobrevida hasta que termine la emergencia. En estos extremos es mucho más
importante la oxigenación de su cerebro, las funciones hepáticas y renales, por
decir algunas, que la fuerza muscular. Y nuestra economía es tan sabia que
prioriza las funciones vitales a expensas de otras más secundarias. El fin de
esta priorización es mantener al organismo vivo el mayor tiempo posible con la
esperanza de lograr que la emergencia termine, sobrevivir al evento y poder
reproducirse.
Perder medidas y, fundamentalmente, peso por disminuir
el número de glóbulos rojos, la masa visceral y ósea, el grosor de su piel y ,
sobre todo, el volumen de sus músculos:
NO ES ADELGAZAR, SINO
ENFLAQUECER!
Y nadie ha de querer eso, exceptuando
a los médicos que defienden esas brutales restricciones. No todos pero los que se dicen, o se permiten que los tilden de "gurúes".
Entonces,, como ya 'llegó a la meta”
(supongámoslo), comienza a comer como lo
hacía antes, pero esta vez mejor que antes. Y el nuevo buen alimento le
devuelve a sus músculos las proteínas que éstos le prestaron. Y ante un
correcto aporte de nutrientes, sus glóbulos, vísceras y piel vuelven a sus
volúmenes y pesos originales, como al principio, como antes de la dieta. Y
usted se mide y se pesa, y piensa que volvió a engordar. Pero no es cierto: había
enflaquecido y ahora tan sólo se ha recuperado.
ADELGAZAR quiere decir PERDER
LOS EXCESOS DE GRASA SUBCUTÁNEA ACUMULADA. Vuelvo a aclararle que estoy
hablando desde el estricto punto de vista orgánico. Más adelante veremos que ADELGAZAR es un logro mucho más difícil
de conseguir de lo que ha creído hasta ahora, pero no se desanime y siga
leyendo: la gordura es un gran laberinto, pero es un laberinto del que todos
pueden salir. Espero convencerlo cuando llegue el momento.
ADELGAZAR es sentirse cada vez mejor,
con mejor aspecto, con mejor humor con la piel más lozana y fresca.
ADELGAZAR significa que sus medidas se reduzcan hasta
que consiga las óptimas, las que le correspondan de acuerdo a su sexo, edad, circunstancias, actividad física, herencia y cultura, no las que “usted quiera”,
sino las que “le correspondan”.
NUNCA
SE HA INVENTADO NI HA DE INVENTARSE UNA DIETA A LA CUAL USTED SE SOMETA Y
“ADELGACE”, Y UNA VEZ QUE ESTÉ DELGADO COMO LA QUE QUIERA (si, total, ya está
delgado) y NO ENGORDE MÁS.
Como tampoco jamás
habrá ningún medicamento que asegure su delgadez perpetua. Espero convencerlo de que no hace falta ningún remedio
para conseguir semejante logro. Es más, toda medicación que se le indique para
ayudarlo está tan contraindicada como lo estaría algún fármaco que pretendiera
lograr que un embarazo dure nada más que 21 días.
Si en estos momentos está a dieta, pero al mismo
tiempo está perdiendo el buen aspecto y las ganas de vivir. Si se siente
cambiando un conflicto –su gordura--, por otros peores –su insatisfacción y el
horrible sentimiento de que todo lo que logre será forzosamente transitorio--,
no está adelgazando, está enflaqueciendo.
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